El desafío:
Max's Eatery es un restaurante de 2,800 pies cuadrados con capacidad para 128 personas. Está ubicado en un espacio ocupado anteriormente por otro restaurante. Poco después de que el propietario, Matt Titter, renovara el espacio e inaugurara, se dio cuenta de que había un problema de ruido. “El espacio está lleno de superficies duras, lo que dificulta mucho tener una conversación en una mesa. Además, nos hicimos conocidos por nuestros batidos de leche, y el zumbido constante de las batidoras creaba otra capa de ruido que agravaba el problema. Tuvimos algunas luchas reales con el sonido”.
La solución:
Titter explica que quería conservar el aspecto de estructura expuesta del espacio, lo que eliminó el uso de un plafón acústico tradicional de muro a muro para resolver el problema del ruido. Además, las obstrucciones en el plafón imposibilitaron el uso de cualquier nube acústica.
En su lugar, se instalaron 1,200 pies cuadrados de plafones de fijación directa LYRA PB desarrollados por Armstrong Ceiling Solutions. Los plafones tienen un coeficiente de reducción del ruido (NRC) de 0.80, lo que significa que absorben el 80% del sonido que llega a ellos.
Desde el punto de vista ambiental, los plafones de fibra de vidrio se fabrican con un amalgamante de origen vegetal y forman parte de la cartera SUSTAIN de Armstrong que cumple con los estándares de sustentabilidad más estrictos de la industria. Los plafones también se pueden reciclar al final de su vida útil a través del Programa de Reciclado de plafones de Armstrong.
Se instalaron noventa plafones, cada uno de 2'×4'×1". De color negro, los paneles se aplicaron directamente al techo de paneles de yeso con un adhesivo para plafones. La instalación se llevó a cabo en menos de un día y el restaurante nunca tuvo que cerrar. Después de la instalación, Titter observa que el personal y la clientela notaron inmediatamente el cambio en el entorno acústico. Como él lo describe, “había una 'sensación' completamente nueva en el espacio”.
Las pruebas acústicas in situ confirmaron la mejora. Antes de los plafones, el tiempo de reverberación en el espacio era de 1.3 segundos. Después de la instalación de los plafones, disminuyó a 0.8 segundos, una reducción acústica significativa de casi el 40%. Esta reducción en el tiempo de reverberación dio como resultado una reducción de los niveles generales de ruido.
“Toda la experiencia gastronómica cambió”, afirma Titter. “Los meseros o los comensales ya no están abrumados por el ruido. Los plafones resultaron ser una forma rápida, fácil y eficiente de absorber el sonido sin tener que realizar cambios importantes. Y el hecho de que pudieran instalarse sin tener que cerrar el restaurante fue una ventaja”.